martes, 6 de julio de 2010

El alma de Nicaragua



Después de mis casi dos semanas de turista en Costa Rica y surfeando en San Juan no me sentía del todo en paz conmigo mismo… Me sentía culpable por estar disfrutando en la playa, ajeno a la realidad del país, viviendo en una burbuja sin contacto con la vida, las alegrías ni las penas de la Nicaragua de verdad. A lo largo de un viaje tan largo pasas por distintas fases, y he ido aprendiendo poco a poco que hay que hacerle caso a ese instinto que te va pidiendo cada cosa en su momento.



Me fui con Christine a Granada, importante ciudad conocida como “La Gran Sultana”, por su apariencia morisca y andaluza. El centro me dejó más bien indiferente, colonial, bonito, muy cuidado, con mucho color, mansiones convertidas en hoteles de lujo y paseos en carruajes para los turistas. No es lo que buscaba y no le dediqué más de cinco minutos, buscamos la zona del mercado, nos dejamos llevar por la muchedumbre, los olores y el griterío, y entonces, sólo entonces, descubrimos por primera vez el alma de Nicaragua. En el comedor del mercado desayunamos y comimos cada día, todo casero, descubrí el Vigorón, Puré de Yuca con Chicharrones fritos (sí, chicharrones como en Canarias) y el Baho, frituras de ternera, plátano y yuca. Nos perdimos entre los infinitos callejones rebuscando frutas extrañas y cholas de playa, ya que a Christine le robaron las suyas en el bus de camino a Granada, y acabamos refugiándonos de una tormenta junto a una viejita super linda que vendía tortillas (De las mejicanas, no de las nuestras). Me contó que cada día se levanta a las 5, hace unas 180 tortillas hasta las 12, que acaba “aburrrridita”, descansa dos horas y a las 2 se va al mercado hasta que las vende todas a un córdoba (180 córdobas al día son unos 9 dólares), así cada día de su vida, no descansa nunca, nunca ha salido de Granada, pero no pierde la sonrisa ni un minuto, envuelta en bolsas de plástico para protegerse de la lluvia, no se pierde ni una, mientras hablamos no deja de cantarle a todo el que pasa: “TORTILLIIIIIITAS!!!”. En el puesto de al lado, cuando el queso ya estaba empapado por la lluvia, Jonathan cambió su grito habitual y empezó a gritar: “Corra señora, que tengo el queso llorón!!!”











Cerca de Granada, a media horita en bus, visitamos Catarina y San Juan de Oriente, preciosos pueblos, separados por una calle, sin apenas turistas, donde vivimos un día especial, de esos que no podré olvidar nunca. De camino al mirador del lago, nos atrajo la música, nos asomamos a una casita y allí estaba Celestino tocando la marimba que él mismo había construido, nos invitó a entrar y sentarnos, y mientras tocaba canciones Nicas nos contó que había vendido más de diez marimbas a Europa, pero no recordaba a dónde, da igual, lo importante era oírle tocar….





Las calles están llenas de niños, ellos juegan al fútbol y ellas a ser madres con sus hermanitos pequeños. Es triste pensar que es el preludio de una vida ultracatólica y machista, pero la alegría que desprenden te llega hasta lo más profundo. Hasta tres veces pasé por una esquina y allí estaban las mismas niñas, sentadas, hablando, jugando sin juguetes durante horas. No paramos de preguntarnos lo mismo: ¿Son los niños europeos así de felices?, Muchos pensamientos me vinieron a la cabeza, esa calma, esas sonrisas, esa felicidad sin motivo alguna, tenemos muchas cosas que aprender de ellos!





De casualidad pasamos por un taller de artesanía, allí fabrican la mayor parte de productos que se venden a los turistas en la zona. Eran un equipo de fútbol, el mejor de la comarca, ganaron un par de torneos y decidieron invertir el dinero de los premios en abrir un taller. Allí pasé un par de horas, Todos son fanáticos del Madrid o del Barça, y no paran de hacerse bromas y reírse todo el tiempo. Juan me contaba que su sueño era ir a vivir a España, yo le conté que en España la gente no trabaja como ellos, con esa tranquilidad, sin prisas ni horarios y riéndose todo el día, entonces me miró, arqueó una ceja y me dijo: “Ah no! Entonces me quedo aquí…!”





Los trayectos en bus entre pueblos son impresionantes, gente de pie, colgando de las puertas y sentadas una sobre otras. Pero todo el mundo vive tranquilo, nadie parece tener prisa, y hay una alegría especial en el ambiente, difícil de entender, pero fácil de contagiar. Por el camino, casas y casas, unas de bloques, otras de madera, otras de chapa, pero en todas hay niños jugando a cualquier juego improvisado y adultos sentados a la sombra viendo pasar los días. Este es el segundo país más pobre de América, pero eso no impide que su gente tenga mucho que dar!

5 comentarios:

  1. Hola Ione, Sigo tu blog con intusiasmo, gracias por trasmitir esas sensaciones que todo viejero busca,me dan ganas de estar en cada momento!! Sigue desafiando el oleaje, que desde donde el minutero hace sus estragos,y la felecidad se deja en los semaforos... tienes apoyo para que sigas disfrutando minuto a minuto y vivir la vida como se merece!Animooo, Somiii!! y que grande eres!!
    Alex.

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  2. terminando de leer y me ha entrado un hambre , que ojalá tuviera esas torrijas. que bonito, todo lo que estas aprendiendo, da gusto leerte, imaginate verte. Besosos enormes , sigue tu intuición pero cuidandote mucho, aqui estamos esperandote

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  3. Menos mal, por fin ya un post con bastantes fotos! me canso de leer.....(solo me entretiene Saramago, lo conoces?).
    Te mandaré un privado referente a una foto que encuentro interesante y no es el chicharrón con el madero musical.
    Bueno pixa nos vemos! sigue disfrutando y actualiza el pòst.

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  4. Chacho bro, después de lo que acabo de leer, te animo por favor a que no vuelvas, que te dejes de planes en España y que no tengas prisa (y me consta que no la tienes)... Por aquí sólo hay un día más de panza de burro para ofrecerte, disfruta!!
    Pedro P.

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  5. Y nosotros aquí quejándonos por cualquier cosa...
    me encantan las fotos y como escribes ioni, me encantaría estar alli
    muaaaaaaaaaaaaaaaaaaak

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