domingo, 3 de abril de 2011

2 meses en Africa



Sólo dos! Pero es tal la cantidad de cosas que suceden que es difícil llevar la cuenta del tiempo...

Muchos cambios en Paoua, Abraham se ha ido rumbo a Afganistán, y su despedida supuso unas tres semanas de comilonas y fiestas. Ahora la casa se ha quedado un poco vacía sin sus gritos, sus canciones y sus sesiones de chat. Así funciona este mundillo, hay un movimiento constante de gente que va y que viene, y cada movimiento cambia un poquito las cosas, marcando los distintos episodios de la misión. Su fiesta de despedida (una de ellas) nos dejó su último festín de comida local a base de pollo y manioc, y la imagen de Mama Danne (nuestra mami africana) vestida de gala con el traje típico centroafricano....





El trabajo sigue enamorándome y enseñándome, ahora estamos a punto de comenzar proyectos en una zona algo apartada donde los resultados del conflicto han sido desoladores, casi 4.000 personas en situación de extrema pobrza y privadas del acceso al agua. Será el primer gran reto de mi año en Africa, y llevamos preprándolo ya unas cuantas semanas, durante las cuales hemos hecho unas tres visitas. Hasta ahora sólo había finalizado proyectos pendientes planificados antes de mi llegada, así que estoy descubriendo la experiencia de comenzar de cero, identificando los problemas y necesidades de cada población y decidiendo qué trabajos ejecutar. Como tantas otras veces en tantos otros sitios, la gente más necesitada resulta ser la más humana y accesible, y cada visita me deja imágenes grabadas que se que quedarán para siempre; Algunas impactantes, como una pobre anciana enferma retorciéndose de dolor bajo un árbol, esperando que un milagro o la muerte la rescaten, y otras sencillas e inocentes como una pequeña escuela local, vacía pero en la que aún retumbaba el eco de la última clase, me quedé un rato mirándola hipnotizado, creo que nadie me entendió.




Lo admito, trabajar en cholas y pantalones cortos es otro sueño hecho realidad.

Desafortunadamente el trabajo limita bastante las opciones de ocio, y como aquí no hay prácticamente ninguna infraestructura turística, cada pequeña escapada se convierte en una aventura. En la última visita a Bangui pude visitar las cataratas de Bouali, un precioso rincón en plena selva donde incluso hay un mini restaurante (un auténtico lujo) que no pudimos probar porque, a pesar de que sólo había dos mesas ocupadas, nos dijeron que tardaban 1 hora y 45 minutos en preparar la comida, (otro mundo, otro ritmo). Cada sitio que descubro confirma un poco más lo bonito y maravilloso que este escondido país, donde nada está cerca y nada se encuentra fácil, supongo que en 10 años habrá transporte público, hoteles y restaurantes por todas partes, pero ahora mismo uno todavía puede sentirse un privilegiado por poner el pie donde no muchos blancos lo han puesto antes.







Como hacía un par de semanas que no escribía, quería dejarles claro a dos de mis más fieles seguidores que los tengo presente. Ernesto, si la foto de dos cocodrilos de casi dos metros, hambrientos y cabreados no cumple tus expectativas, creo que poco podré ya hacer, te aseguro que pasé miedo a metro y medio de ellos, mientras se comían un pollo entero de un bocado. Fanfi, no puede menos que parar en plena carretera y obtener el documento gráfico que acredita que aquí podrías ser feliz, Si!!!! Encontré tu querida "M", aunque un poco demasiado africanizada!





Las próximas semanas serán muy intensas de trabajo, tenemos que empezar rápido y sacar proyectos adelante antes de la temporada de lluvias, así que espero tener muchas cosas para contarles...