martes, 10 de enero de 2012

Navidades en Africa



Llegaron las navidades! No tenía vacaciones y una cosa estaba clara: No me apetecía hacer una cena navideña con toda la parafernalia en Bangui, un contexto en el que los excesos de comida y alcohol de la nochebuena no encajan demasiado... Así que buscando un plan alternativo, algo especial, que marcara mis primeras navidades en Africa (algo me dice que no serán las últimas), me junté con Gloria, Lauren y Chirstoph y decidimos irnos a BAYANGA!!

Qué es Bayanga? Un pueblo en la esquina Sudoeste de la República Centroafricana, en plena selva tropical, allí está el parque DZANGA-SANGHA, 400 hetáreas de reserva natural en la tierra de los BAAKA, los Pigmeos, que habitan la zona con permiso especial de caza y y pesca para su subsistencia. El parque alberga una de las mayores poblaciones de elefantes del mundo y la única reserva de Gorilas salvajes que se puede visitar a día de hoy.

Llegar a Bayanga no es fácil, 17 horas de carretera, 13 en marcha y 4 repartidas entre diferentes escalas técnicas, a saber; Comida, parada en una gendarmería local donde no querían dejarnos pasar, 2 pinchazos de ruedas, sacar el coche de una zanja e la que se quedó atrapado y reparar la bomba del líquido de freno, que se rompió en 3 pedazos! Esta última reparación, simplemente impresionante!!! Descubrimos el problema en un puesto de seguridad de un pueblo cuyo nombre no recuerdo, en 5 minutos había 15 personas alrededor del coche, yendo y viniendo con sus motos para traer todo tipo de herramientas y remiendos caseros, finalmente, entre nuestro chófer y un mecánico local, consiguieron rehacer la bomba con... Atención! 3 botes de SuperGlue, una bolsa de ceniza y un filtro de un cigarro!!! (Lo prometo! No había visto nada igual en mi vida...!)





Al llegar a Bayanga, el Sangha Lodge nos esperaba, un complejo de cabañas a la orilla del río, propiedad de Rod, un agente turístico y viajero Sudafricano, enamorado de Africa que llegó un día y decidió que allí se quedaba.



Bayanga es el único enclave verdaderamente turístico del país, aún así, permanece casi virgen, las carreteras apenas son transitables y sólo haz dos posibilidades de alojamiento, esto complica el viaje, pero garantiza que una vez allí, todo lo que ves es real, en plena naturaleza, y cada visita supone al menos una hora de coche y otra a pie para visitar las reservas de animales.

La primera visita, los elefantes; En medio de la selva, tras recorrer un kilómetro a pie guiados por los pigmeos, se abre un claro de varios kilómetros cuadrados, la salina, punto de encuentro de los elefantes de la región. Al llegar, hay que escalar a una tribuna de manera de acceso a una vista priviligiada del espectáculo: 64 elefantes se han reunido hoy para refrescarse, bañarse y hundir sus trompas en pequeños agujeros en el suelo para consumir las sales minerales del agua subterránea.

Al llegar el silencio inunda la enorme salina, los elefantes simplemente están ahí, apenas se mueven o interactúan entre ellos, pero después de un rato de observación comienzas a entender su comportamiento, la forma de relacionarse y las dinámicas sociales entre padres, hijos, jefes de manada, etc... De vez en cuando dos pequeños juegan y uno de ellos emite su grito de "trompeta" ensordecedor, imposible imaginar cómo sonaría su papá, que le triplica en tamaño.

Hemos tenido suerte, Andrea Turkalo, madrina de la reserva, y una de las más reconocidas especialistas en elefantes del mundo nos explica cómo funciona la manada, la lucha entre los machos dominantes, la jerarquía social y nos explica cómo se relacionan entre ellos. Andrea vive en bayanga desde hace 25 años, pero no siempre es fácil encontrarla, en dos días se irá a las bahamas a dar una conferencia. Vaya lujo haberla tenido de guía!!





Al día siguiente nos esperaban los gorilas! Hay que levantarse muy temprano, de nuevo una hora de coche, cortando la carretera a través de la selva para llegar al campamento de los cuidadores del parque. Todos son pigmeos, su trabajo es mantener a los gorilas protegidos de la manos de los hombres, sólo 6 personas al día pueden visitar la reserva, y sólo durante una hora pueden estar en contacto con ellos. Hay unas 150 familias de gorilas en todo el parque, pero sólo 2 son accesibles para los visitantes, los guías pigmeos se encargan de seguirlos, controlar su salud y guiar a los visitantes a su encuentro, ya que no pasan nunca dos noches en el mismo sitio.

Después de una hora adentrándonos en la selva, no hay suerte, un elefante se escapó de su manada y asustó a los gorilas, están escondidos, así que toca esperar y tener paciencia... Al rato, nos dicen que los han encontrado, de pronto, en medio del espesor de los árboles, un pequeño de pocos años juega colgado de un árbol, de pronto hay dos, tres, al dar un par de pasos encontramos a la familia completa!





Desde el principio una cosa queda clara, son personas! Nos miran, nos observan tanto como nostros a ellos, no dejan que les hagamos fotos y les sigamos durante unos 5 minutos hasta que deciden que ya es suficiente, luego se dan la vuelta y se alejan con cierto desprecio... Están acostumbrados, no les molestamos, pero nos dejan claro que es su casa y aquí mandan ellos.

Cuando aparece el jefe de la manada (El espalda plateada), nos quedamos boquiabiertos, es inmenso, debe pesar unos 600 kilos, es tranquilo, come delante de nostros y nos mira de reojo. Sabe que no somos una amenaza, pero está preparado para defender a su de familia ante cualquier sorpresa. La dinámica se repite, nos deja observarlo un rato y luego se pierde en la selva... Le seguimos durante una media hora, de nuevo la misma sensación, son personas! Si cruzas la mirada con él, notas cómo te entiende, sabe qué eres y qué haces allí. La experiencia es impresionante!!!







Tras una hora de jugar al escondite con los gorilas toca volver, una sensación te invade de pronto, más de 2 horas caminando en medio de un bosque tropical, tan denso que la luz del sol apenas se intuye entre el verde... Estamos perdidos! Jamás encontraríamos el camino de regreso por nuestros propios medios, no sobreviviríamos ni una noche solos en esta selva... Los pigmeos se ríen, nos señalan el camino y nos guían de vuelta, esta es su casa, y la conocen como la palma de sus diminutas manos.



Volvemos al Hostal, hoy es 25 de Diciembre, hoy es Navidad. Rod nos propone un paseo en barca por el río para ver la puesta de sol. Nos da una pequeña nevera de playa, agua, cerveza fresca y una botella de champán que trajimos de bangui. Al sol del atardecer brindamos, escuchamos música chillout y dejamos que la selva nos regalara las mejores navidades de nuestra vida (perdóname madre...).





Esa noche los pigmeos del pueblo vinieron al hostal a cantar y a bailar, no es exactamente una atracción turística, vienen desde sus casas, vestidos con las mismas ropas con las que trabajan cada día y acaban su día como lo hacen siempre, bailando y cantando! Sólo que esta vez lo hacen en frente de un grupo de blancos, que a ratos se apuntan a la danza, pero que necesitarían años de clases de danza para moverse como lo hacen ellos... Tengo la sensación de que no acabn de entender qué pasa a su alrededor, pero ni falta que les hace; viven tranquilos, sin prisas, sin miedo, la selva es su casa y los visitantes son bien recibidos. Con eso basta.





De vuelta a Bangui (esta vez el viaje lo hicimos en avión), nos miramos y estuvimos de acuerdo, Fin de Año también tenía que ser especial! Así que preparamos el equipo de acampada, la barbacoa, y nos fuimos a partir el año bajo las estrellas junto a las cataratas de Mbaiki. A las 6 ya es noche cerrada, así que entre brindis, carne a la brasa y risas aguantamos hasta la medianoche. Luego a dormir al aire libre con el manto de estrellas sobre nosotros y el sonido salvaje del río y los animales alrededor. Africa nos regaló un maravilloso día de año nuevo, y con él el primer baño!



Al acercarse las navidades uno siempre siente pena de estar lejos de casa, pero este año ha sido diferente, la pena es que "casa" no estuviera aquí, en Africa!

lunes, 9 de enero de 2012

Puesta al día

Se han ido 5 meses sin escribir... Ya estoy en la recta final de la misión y casi todo lo que tengo en la cabeza suena ya a despedida, pero los últimos meses han sido una locura de acontecimientos y experiencias. Entre vacaciones, cursos y viajes de trabajo, unas 70 horas de avión para recorrer casi 51000 kilómetros!

Las vacaciones me llevaron a Canarias, visita obligatoria para la boda del Graziani, evento que no podía perderme por nada del mundo, para después hacer una parada relámpago en Madrid, con sus correspondientes cañas y tapas, y de nuevo un avión rumbo a Corea!



12 días entre Seul y Daegu, que apenas dieron tiempo a conocer la interminable capital, impresionante ciudad, la comida buenísima, y sin duda, lo más espectacular, los paseos nocturnos; bien a pie, recorriendo las enormes avenidas y perdiendote en los laberintos de mercados, llenos comida y más comida, pescados, mariscos y frutas irreconocibles; o en taxi, cruzando el río en plena noche, flanqueado de rascacielos futuristas y luces interminables, te deja con la boca abierta! Si además vienes de pasar 8 meses en el corazón de África, te lleva un buen rato asimilar todo lo visto antes de rendirte al sueño...







Tras las vacaciones, apensa un mes de trabajo y de vuelta al avión, rumbo a Suiza, al cuartel general de La Cruz Roja a realizar el curso de Integración. 3 semanas intensivas, 28 compañeros de casi 20 países diferentes!

Generalmente el curso hay que hacerlo antes de salir a la primera misión, algunos no pudimos por problemas de fechas, así que tuvimos que interrumpir el trabajo para ir a Ginebra. Son 3 semanas alucinantes, clases teóricas y prácticas, simulaciones de situaciones de conflictos y preparación para todo aquello que te puedes encontrar durante una misión. La gran experiencia no es nada comparado con la gente que conoces allí; amigos de todas las razas y nacionalidades, juntos durante 22 días.

A veces, a la hora de la comida, miraba mi alrededor y no dejaba de alucinar pensando que en poco tiempo estaríamos repartidos por el planeta, pasaba lista con mi mirada, Sebastian estará en Colombia, Jad en Irak, Agnes en Tailandia, Nicolas en Guinea... Poco a poco me iré cruzando con muchs de ellos por el mundo, todos somos diferentes, pero todos somos un poco iguales, en nuestras ciudades, en nuestras casas, somos los que no terminan de encajar del todo... Sin duda una parte de mi se siente totalmente "en casa" rodeados de todos ellos!!!







De camino a África, parada de 24 horas en Casablanca con Christoph, compañero de misión, de casa y amigo para siempre. Recorrimos la ciudad, comimos las exquisiteces marroquíes y viositamos la mezquita. Ya estamos planeando una gran aventura juntos, yo ya recorrí Sudamérica, el ya recorrió media África, parece que tendrá que ser Asia!!!





De vuelta en Bangui, apenas dos meses más de misión, con las navidades por medio, el año se terminaba y tenía que poner en orden mi cabeza, mis planes, mis fotos y compartir con ustedes algunas de las cosas que me habían pasado...