jueves, 15 de julio de 2010

León, el corazón de la Revolución



De camino al norte llegué a León. La ciudad de la revolución, el alma cultural y política de Nicaragua, la ciudad del movimiento universitario. La ciudad está plagada de murales, estatuas y placas dedicadas a los héroes de la patria y de Latinoamérica, y aquí la gente parece más informada y preocupada por lo que pasa, lo que pasó y lo que tendrá que pasar.
Al comparar las ciudades, la realidad empieza a tomar forma, León no es tan limpia, tan bonita, ni está tan bien cuidada como Granada, su rival histórica, (ambas se disputaron la capital del país durante décadas, hasta que para evitar conflictos, se nombró a Managua) hay más miseria, más mendigos, más basura, más calles sin asfaltar y más edificios públicos cayéndose en pedazos. León es la cuna del Sandinismo, la lucha de clases y los movimientos sociales, y parece condenada a luchar para salir adelante, apenas hay turismo, y los visitantes que llegan están más interesados en hacer trekking y visitar volcanes que en pasear por las calles y plazas, así que no parece haber demasiada preocupación por mejorar la apariencia de la ciudad.





Caminé por todas las calles, muchos mendigos, algunos niños trabajando, aparcando coches y limpiando los cristales, todo aquí es tan duro como real. Es contradictorio, pero aquí la gente parece más culta, en los mercadillos de la calle hay más libros que ningún otro sitio, enciclopedias, monedas antiguas… Es difícil tener una impresión clara de todo lo que pasa, pero el ambiente en general es de resignado optimismo, sin duda se sienten muchas cosas en León. Como siempre, hice un alto en los mercados, un cicerone espontáneo nos contó la historia de la ciudad: “Primero se fundó al pie de un volcán, pero explotó y se tragó la ciudad, así que hubo que empezar de cero, por eso aquí siempre estamos luchando”.







Mi primer día vi en un parque a un grupo de niños, estaban allí, sentados, pasando las horas, no mendigaban ni trabajaban, pero tampoco estaban en el colegio, así que no pude descifrar que hacían. Había algo especial, pero no sabía qué. Le di muchas vueltas, y al día siguiente me decidí a descubrir la historia, compré un puñado de chupa-chups y me acerqué a ellos. (Curiosamente aquí los niños sonríen y bajan la guardia cuando un extraño les regala golosinas, que es seguro lo que más sospechas despertaría en Europa). Los cuatro son hermanos, la mayor, Ingrid, de 9 años, se encarga de cuidar a los demás, les da de comer, los limpia y les de mimos mientras sus padres trabajan, limpiando los limpiaparabrisas de los coches en la esquina de enfrente. Mientras hablaba con ellos, su madre no dejaba de mirarme, primero desconfiada, pero luego me sonreía. Cuando ella y su marido terminaron de trabajar, sucios y cansados, cruzaron la calle y se reunieron con sus hijos, un beso y una caricia a cada uno, y se sentaron juntos a merendar mientras Ingrid le cambiaba los pañales a la más enana de sus hermanos… Entre tanta miseria y tanta pobreza, el cariño que se daba esa familia helaba la sangre, no sé qué decir ni qué pensar, pero no he podido quitármelos de la cabeza desde entonces.









Durante mis días en León, La selección española tuvo la gentileza de proclamarse campeona del mundo y darnos a todos no sólo una gran alegría, sino una de las mejores fiestas de los últimos años. Aquí el partido se jugó a las 12 de la mañana, así que desayuné con cerveza y me junté con la marea roja. La ciudad volcada con España, pero apenas encontré 2 españoles por los bares. Que grande Iniesta!!! Qué grande la selección!





Después del partido, y con tremenda borrachera, cruzamos la ciudad en taxi para ir a ver una pelea de gallos en directo. Menudo espectáculo! Super-concentración de testosterona, alcohol y apuestas. El ambiente es de domingo de resaca, discusiones y gritos entre apostadores, dueños de gallos y organizadores... y empiezan las peleas! Dennis me explicó todos los secretos y apostó en mi nombre (y ganamos). Los gallos llevan una cuchilla atada a sus pata, y cuando saltan el uno sobre el otro se van haciendo pequeños cortes, en un momento empieza a haber sangre y gritos desesperados, pero si no se cumplen los tres asaltos se pierde la pelea… El espectáculo es duro, interesante pero no apto para miradas sensibles. Estoy tan contento de haber ido como seguro de que nunca volveré, pero Nicaragua hay que vivirla intensamente, como lo hacen ellos!







Después de León, a explorar la costa norte y sus playas y estuarios, las ciudades son pegajosas e intensas, necesito mar y silencio…

3 comentarios:

  1. Muy bueno Ione...10 días sin actualizar...algo más harías a parte de comprar chupa chups!Cuando te largas de Nica?
    Por aquí todo sigue igual, curro ni de limpia cristales ........aprovecha todo lo que puedas.....

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  2. pelea de gallos la que tuvieron los desgraciados holandeses, dando patadones a nuestros rojos, me alegro que te vistieras con la camiseta . nosotros llevamos tremenda bandera y nos pintamos tambien las caras, aqui estoy en pais de la sirenita un calor que raja piedras. ya estoy terminando el viaje, cari ya me gustaria estar donde tu estas. besos infinitos y cuidate

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  3. Un detalle pintarte los colores de ESPAÑA, pero mereces llevarlos?

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