miércoles, 4 de mayo de 2011

Sin prisa pero sin pausa



Así es como trabajo aquí, así es como vivo.

Hace mucho tiempo que no encontraba un rato para sentarme a escribir, y esto me ha hecho pensar, antes tenia mucho tiempo libre, a dónde se ha ido? Pues sigue aquí, no se ha ido a ninguna parte, sólo se ha transformado. Poco a poco vas entrando en el ritmo local y la percepción del tiempo cambia, porque nuestras prisas y nuestro estrés no sirven para nada, al menos aquí.

Cuando llegué, me sorprendía la capacidad de la gente de pasar horas, días, semanas, a la sombra de un árbol, sin hacer nada más que ver pasar la vida y hablar de lo que tocase, cada vez los entiendo más, cada vez me siento más cercano. Nuestra obsesión con el tiempo no encaja en un continente donde todo lo que se puede retrasar se retrasa, todo lo que puede fallar falla y todo lo que puede romperse se rompe, nadie sufre por un contratiempo, a pesar de que el hombre blanco traiga sus prisas y sus calendarios, siguen viviendo inmunes a la esclavitud del tiempo.

Me da vértigo pensar todas las cosas que somos capaces de hacer en 24 horas en Europa, trabajo, compras, desplazamientos, vida social... casi acaba uno por sentirse culpable de parar y desear no hacer nada, hasta el ocio se convierte en una obligación que nos asegura que nuestro tiempo no es malgastado! ¿Cuánto tiempo nos queda para nosotros? Pues así, sin darme cuenta, mi tiempo libre se ha convertido en mi tiempo, sigo sin saber muy bien si saco algo de él, pero ya es mío, y no quiero ni pensar en tener que entregarlo...


Curioso esto me me dieron, un bote de sanguijuelas!



Miro la fecha de mi última actualización, no puedo creer que ya hace un mes! Muchas cosas han pasado, pero sin duda nuestro trabajo en el hospital de Paoua ha sido la mejor de todas. Es un hospital pequeño, pertenece a Médicos Sin Fronteras, y da atención médica gratuita a un área enorme, nadie sabe realmente cuántos beneficiarios potenciales puede tener, yo creo que unos 30.000, pero lo que si se sabe es qué sería de ellos si no fuera por él.

El hospital, equipado incluso con quirófanos, utiliza unos 18.000 litros de agua al día, y se alimenta de un sólo pozo y una bomba que no funcionaba demasiado bien. Fuimos a verfificar la instalación y descubrimos que el problema era algo más grave de lo que parecía, había que cambiar la bomba y desbloquear la filtración del pozo, que apenas recibía agua debido a la acumulación de barro. Dos días de trabajo intenso, viernes y sábado hasta las 10 de la noche, mientras tanto, dos camionetas encargadas de recorrer todos los pozos de Paoua con bidones de 1000 litros para mantener llenas las resevas del hospital.

Poco tiempo para comer y menos para descansar, pero una idea no abandonaba mi cabeza, este esfuerzo vale más que cualquier otro que haya hecho jamás en un trabajo, no existe una manera mejor de dedicar tu energía! Cuando el trabajo estaba casi terminado, nos dimos un paseo por el hospital, ajenos a lo que había pasado, los pacientes, la mayoría niños, apenas salían de sus respectivos estados de conmoción para observarnos con tímida curiosidad.

Decidí volver a casa, coger la bolsa de 200 chupa-chups que compré en Makro antes de venir y hacer otra visita a los niños. Uno acababa de salir del quirófano, aún medio anestesiado tuvo fuerzas para dibujar una medio sonrisa y apretar su regalo entre sus manos recién vendadas, acababa de perder todos sus dedos. Reuní toda la fuerza que tenía para no venirme abajo y poder devolverle la sonrisa, cada uno de los niños me partío el alma, todos menos una niña. Tenía la pierna rota después de ser atropellada por un motorista borracho, rebañaba con sus dedos una lata de atún y no paraba de sonreir, orgullosa de su aventura, le hice una foto, le prometí que se la imprimiría en la oficina y se la traería en un rato, "no te vayas corriendo a ninguna parte, que vuelvo enseguida", le dije. Por supuesto cumplí con mi palabra, ella me esperaba con la misma sonrisa... Quién lo iba a decir, uno de los mejores días de vida es uno en el que he trabajo más de 14 horas!!!





En cuanto al resto de proyectos, una vez finalizado todo lo que quedaba pendiente cuando llegué, hemos comenzado con los nuevos trabajos. Muy básico, darle acceso al agua a quienes no lo tiene. Ahora estamos construyendo pozos para 15 pueblos, un total de 4900 personas, pero no se trata sólo de darles agua, hay que enseñarles a usarla y a cuidarla, la mayoría de las enfermedades que sufren se deben a la falta de higiene, construir un pozo es la parte fácil, conseguir que se laven las manos antes de cocinar es cambiar una costumbre de muchos años, y eso es muy difícil!!

En cada pueblo se repite la misma situación; familias que vuelven a sus hogares después de años viviendo en la selva huyendo de la guerra, vuelven de sobrevivir y comienzan la vida de nuevo. Algunas mujeres (ellas son las encargadas) caminan hasta 4 horas para ir a buscar agua en el bosque, cuando tengan el pozo en el pueblo ¿Qué harán con esas 4 horas de más al día? Es complicado esto de la ayuda humanitaria, casi siempre, solucionar un problema puede crear otro nuevo, así que hay que ir poco a poco...




Indispensable la colaboración popular...





Cada día de trabajo supone mucho tiempo en coche, a veces tardamos hasta 2 horas en recorrer distancias de 30 kilómetros, las carreteras (de tierra, por supuesto) quedan destrozadas cada vez que llueve un poco, pero cada viaje te da alguna sorpresa nueva, así que no puedes quitar los ojos de la carretera. Desde vehículos cargados de mercancía y gentes hasta casi no poder andar hasta procesiones de mujeres hacia los mercados itinerantes, llevando sus productos en equilibrio sobre la cabeza, y alguna que otra sorpresa más...





Las noches en los pueblos siguen siendo el mejor regalo, ahora vamos a trabajar más de 3 meses en la misma zona, así que hemos alquilado dos casas en un pueblo, para tener un pequeño almacén y cobijo de la lluvia, pero yo sigo durmiendo fuera, prefiero tener que correr en mitad de la noche si llueve, compensa por poder quedarse dormido bajo las estrellas. Una mamá del pueblo nos hace la comida cada noche, tarda unas tres horas en buscar la leña, hacer el fuego y cocinar, le damos 1,5€ cada uno por día, salario más que generoso en este pueblo. Por más que me quede muchas veces en el mismo pueblo, los niños no dejan de observarme y seguirme, les encanta que les haga fotos y posan siempre que se los pido. Cada noche que paso en el pueblo me ayuda, me calma y me relaja, le da sentido a todo, ellos mi se imaginan todo lo que me enseñan!!!


Acabado de salir del colegio...





Bueno, espero no volver a tardar tanto en escribir, pero sobre todo espero poder transmitirles un poquito de lo que estoy viviendo aquí. África está jodida, jodidísima, sinceramente no se si hay solución para esta gente maravillosa, pero no dejaré de seguir trabajando, haciendo el poquito que está en mi mano, seguro que es mejor que nada...