miércoles, 30 de junio de 2010

Adiós a José Saramago



El tiempo no está de rosas, la nieve sigue cayendo y el viento no perdió aquel hilo que corta, pero, comparado con los puertos de isarco y brenner, esta carretera bien podría asemejarse a la del paraíso, aunque sea dudoso que en aquel celeste lugar existieran carreteras, puesto que las almas, apenas cumplen las formalidades de acceso, son inmediatamente dotadas de un par de alas, único medio de locomoción allí autorizado.
El Viaje del Elefante
José Saramago


Hemos perdido un genio. Su muerte me sorprendió leyendo "El viaje del elefante", que no sólo me hipnotizó, sino que además ha marcado una parte importante de mi aventura. No se pierdan este libro, historia, politica y relaciones humanas (y animales) en torno a un viaje. A mi me lo regaló Laura y yo se lo acabo de regalar a Christine. Que todos los libros pasen de mano en mano, que no se queden en una estantería para limpiarles de vez en cuando el polvo y el moho, ya que es precisamente al revés, son ellos los que nos han de limpiar el polvo y el moho a nosotros.

martes, 29 de junio de 2010

Nicaragua; Mi vida en San Juan



Ya me lo advirtieron nada más cruzar la frontera: Cuidado con San Juan!
Conocí a Elisabeth (irlandesa) saliendo de Costa Rica y me llevó a San Juan mientras me contaba su historia; recorriendo Centroamérica paró en san Juan por dos días, 6 años después aún no se ha ido, está casada con un “nico”, tiene un bebé de 3 meses, de aquí no se mueve….



San Juan tiene la combinación perfecta entre turismo y vida local, es uno de los paraísos del surf del Pacífico y algo tiene que nadie puede irse cuando lo tenía previsto, siempre hay que quedarse un poquito más. Al llegar a Nicaragua se nota un cambio espectacular, la sobredosis turística de Costa Rica hace que aquí todo parezca más real, en lo bueno y en lo malo. La gente es más sencilla, más cercana, pero también son más evidentes la miseria y la pobreza. En San Juan todo el mundo se las apaña para sonreir desde la mañana a la noche, todavía no he descubierto el secreto, pero no me volveré sin decubrirlo. Sin duda me siento mejor aquí, a pesar de ser un turista más, pocos son los viajeros que hablan bien de verdad español, así que puedo dar un pasito por delante de los demás y mezclarme más con la gente, vivir un poquito más su realidad. Tengo que exprimir esa suerte!







Como me ha pasado otras veces, se me van los días sin fuerzas ni ganas de irme de un sitio. Mi primer día en San Juan conocí a Bea y Erik, dos noruegos maravillosos con los que compartí mi vida en San Juan, después Christine, austríaca, se unió para formar el cuarteto. La primera noche coincidió con la noche de “San Juan”, fiestas patronales, conciertos en la plaza, voladores, juegos tradicionales y el 90% de la población borrachos durante 3 días seguidos… Impagable el Cura del pueblo, cantándole al patrón, Dame una J! Dame una U!!!
Las dos grandes anécdotas d ela noche fueron el discurso del alcalde: "Damos las gracias a nuestro patrocinador, sin el cual no podríamos disfrutar de estas fiestas, nuestra querida gran empresa nacional Movistar" (???) Y la banda principal del concierto, después de su primera canción, el cantante grita por el micro: "Ya me olvidé de las canciones que íbamos a cantar!!! No me puede traer alguien el papelito???" Impresionante Nicaragua!! Adoro este país!!!



Nuestros días son sencillos; café tempranito por la mañana con el primer partido del mundial (aquí es a las 8), después desayunito en el mercado municipal (Jugos exóticos de Pitayay Jamaica), y todos a cargar las tablas al camión y rumbo a la playa a hacer surf! Según cómo esté el mar vamos a Playa Maderas o a Remanso, y esa es básicamente la única decisión que hay que tomar en el día. Las playas son maravillosas, casi desiertas, con bosque hasta la primera línea y apenas un chiringuito para comprar lo básico, agüita fría y un poco de comida... Esto del surf me llegó tarde, pero ahora no puedo vivir sin él. ¿Cómo puedo haber crecido en Canarias y no haberlo hecho nunca? Da igual, ahora ya no dejaré de hacer surf nunca! El maestro Alfredo nos lleva y nos enseña todos los truquillos, él es peruano, cumplía su sueño, recorrer de Perú a Méjico en bicicleta, pero también paró en San Juan, y también aquí se quedó!









Por la tarde, de vuelta al pueblo, cada noche cenita en algún sitio lo menos turístico posible y cuando el cuerpo aguanta, una copita en los bares de la playa. Esta semana ha sido especial, las fiestas patronales traen a gente de otros pueblos, y hay mucho ambiente por las calles. Este pueblo sin duda tiene magia….







Hace ya varios días que planeo el resto de ruta por Nicaragua, y en teoría mañana nos vamos de aquí, a Isla Ometepe y a Granada, siguiendo de camino al norte, pero ya no estoy seguro de nada, igual se me va otra semana por aquí, que sea lo que tenga que ser!

Rafael y Hugo, nos vemos prontito!


Rafael


Hugo

En los últimos días me llegaron dos noticias muy muy buenas... Mi querida prima Vicky y Rafa fueron papás de Rafael, y Olivia y Humberto, papás de Hugo!

Esta es la pena de estar tan lejos, así que desde aquí les mando mis felicitaciones y un beso enorme a los dos pequños y a los cuatro papás, y que vayan enseñando bien a los enanos que dentro de poquito me los llevo de marcha...

Un beso enorme, los veo muy pronto!!!!

martes, 22 de junio de 2010

Una semanita de PURA VIDA!





De acuerdo, Costa Rica es Pura Vida!!!!!
Fui a Costa Rica con la mente abierta, sin duda es el país más turístico de Centroamérica, casi el 90% de sus visitantes son estadounidenses, y se nota por todas partes. Es bastante caro y todo está hecho por y para los turistas, y parece que los “Ticos” han ido cediendo poco a poco su identidad, su forma de vida y su costumbres. Al igual que Panamá, es necesario escarbar un poco para encontrar su esencia, y al igual que en Panamá, no me rendí fácilmente. El presupuesto me obligaba a reducir mi estancia al máximo, así que me decidí por hacer una ruta que abarcase tanto como pudiera; playa, naturaleza y aventura!
Llegué a San José y recorrí el centro, ordenadito, bien cuidado. La gente es amable y tranquila, aún así la ciudad no refleja en absoluto todo lo que este precioso país esconde, así que me escapé a la costa a investigar...



Mi destino de playa fue Manuel Antonio, una playa maravillosa, con un pequeño pueblito de dos calles y junto a uno de los parques naturales más importantes del país. Allí me di un homenaje, pasé tres días con Philip (Felipe se acabó llamando), cervecitas, partidos del mundial y mucha playa. Visitamos el parque, alucinando entre monos, perezosos, iguanas y miles de especies más, todo a menos de 4 metros del mar! En medio del parque me dejó sin palabras una sorpresa en forma de cabina telefónica en plena jungla… Por las tardes, charlas interminables con Marc, barcelonés que lleva 13 años viviendo en Costa Rica, hace 3 años creyó que había llegado su momento y se volvió a España, sólo duró allí 2 meses! Marc me desveló todos los secretos de los Ticos; tanto turismo los ha encerrado un poco en sí mismos, es difícil romper esa barrera, pero pronto asoma su filosofía de vida; disfruta, disfruta y disfruta, el mañana no existe! Las cosas de la vida, mi último día apareció Alex, también de Barna (a dos calles de Marc), viajero de espíritu, me hizo un regalo que no tiene precio: Embutidito catalán precintado para la ocasión. (Alex, te debo una!). Por las tardes, los monos venían puntuales al hotel a ver si les caía algo de merienda, y cuando se escondía el sol, todos a la cama, el primer bañito en el mar tocaba en torno a las 7 de la mañana!!! Sin duda podría vivir así el resto de mi vida…









Obligándome a seguir, dejé Manuel Antonio rumbo hacia el norte por la costa pacífica. Me uní a Danielle, Jesse y Aaron, buenísima gente de Kentucky, y cruzamos en barco el Golfo de Nicoya (precioso!) de camino a Montezuma. Allí nos esperaba un trekking río arriba hacia un complejo de cataratas, pero no iba a ser fácil; las tormentas y huracanes recientes destrozaron parte del camino y el río había crecido demasiado. No nos desanimamos y completamos la ruta, cruzando el río con el agua casi hasta el cuello y escalamos entre el barro y los árboles caídos hasta llegar al destino. Fue duro, pasamos incluso un poco de miedo, pero les aseguro que valió la pena!







Última parada; Aventura. Nos fuimos a Monteverde, en las montañas. 4 horas para cruzar unos 120km en línea recta, impresionantes bosques tropicales, montañas, ríos, en Costa Rica lo tienen todo! En seguida nos acogió la gente del interior, tranquila y simpática, todo el mundo se para a hablar contigo. Me rendí a la evidencia y nos apuntamos a un paquete de aventura extrema: Saltos con cuerda, rappel y tirolina. Reconozco que me daba pereza hacer tanto de turista, pero cuando sobrevolé las montañas, a más de 200 metros del suelo, sobre uno de los paisajes más impresionantes que he visto en mi vida, todo me dio igual, lo disfruté hasta el final! Me asombraron por encima de todo los guías del tour, trabajando en plena naturaleza, en pantalones cortos, riéndose todo el día y haciéndonos pasar una experiencia increíble a los guiris. Por qué no llevé un Currículum??







Ya daba por terminada mi “pequeña cata” del país. Me iba camino a Nicaragua, en una combinación interminable de 5 buses hasta mi siguiente destino. En el primer trayecto, Paloma y Pepe, Malagueños que venían de trabajar como voluntarios 9 meses en Haití y República Dominicana, me asombraron con lo que allí vivieron. Después del primer bus, yo era el único extranjero. Lejos de las rutas turísticas pude pasar por pueblos y hablar con gente que poco o nada tienen que ver con la locura yanki. Cuanto más lejos del turismo, más abierta y cariñosa es la gente, vi la segunda parte del Francia-Sudáfrica con un taxista que me explicó cómo se las apaña para mantener a sus hijos y llegar a fin de mes, porque tiene que pagar todo a precio de turista. Me ayudó a conocerlos y entenderlos un poquito mejor y me enseñó los truquillos para cruzar la frontera… Desde el otro lado escribo ahora, pensando que una vida no es suficiente para todo lo que hay que ver y toda la gente que hay que conocer….

jueves, 17 de junio de 2010

Panama City; mucho por descubrir!!!!



Curiosa ciudad Panamá! Una mezcla entre Nueva York y La Habana, entre el lujo y la humildad, entre el consumismo más salvaje y la vida sencilla del caribe...
En un paseo en taxi pasas por un istmo lleno de rescacielos futuristas, más adelante barrios coloniales llenos de colores, cuando miras hacia el otro lado, pequeñas y humildes casitas que te recuerdan que aún estás en Centroamérica...
A primera vista es difícil situarse, todos los mundos se superponen si saber dónde empieza uno y acaba el otro. Parece una ciudad cualquiera de Estados Unidos, dólares, McDonalds en cada esquina, centros comerciales y palabras en inglés por todas partes. Sin embargo, la gente conserva el ritmo de vida del Caribe, sin muchas prisas, sin muchos problemas, con la sonrisa fácil y el trato amable. Por un lado, da la impresión de que cualquiera puede encontrar su sitio en esta ciudad, todo vale y todos están invitados, pero esto impide identificarla, conocerla de verdad... Hay que rebuscar un poquito para encontrar su alma, y eso lo hace todo más interesante!





Vista obligada al Casco viejo, colonial, bonito, bien cuidado pero sin mucha vida. La visita te deja un poco frío hasta que sales en dirección a la city, mercadillos callejeros abarrotados de gente, olor a fruta y comidas y sonidos caribeños. Probé los mamones, fruta riquísima y me quedé con ganas de probar todos los fritangos que vi... Entre las callejuelas asoma el mar y los rascacielos, esta ciudad no te lo pone fácil, pero te va atrapando.
En Panamá Viejo, las ruinas de la antigua ciudad se mezclan con el mar, rascacielos en construcción y un interminable puente sobre el mar que une las dos zonas principales de la ciudad.
Por el camino, no se puede perder detalle de nada, son caribeños, les gusta vacilar, el American way of life no les ha cambiado del todo!







No puedes venir a Panamá y no visitar el canal. La visita es más interesenate de lo que se puede esperar, no sólo ves cruzar enormes barcos a 20 metros de tí, también hay un museo, visitas guiadas y maquetas de la construcción y las máquinas que inventaron especialmente para la obra.
40 barcos cruzan a diario el canal, que da trabajo directo a 9.000 personas e indirecto a casi la mitad de la población activa de la ciudad. Vi cruzar un super carguero y un pequeño yate de recreo, el proceso te lo explican por los altavoces y te deja embobado, de verdad me sorprendió, lo tienen bien montado!





Tuve la suerte de tener anfitriones de lujo en Panamá; Rashana, Billy y Lourdes me llevaron y me trajeron. Pasé un domingo panameño, desayunamos en un sitio que ningún turista encontraría y cenamos pescadito frito comprado en una esquina llena de gente, en la que me podía haber quedado una semana entera observando...
Por la tarde, partido de fútbol con los amigos de Billy, supongo que alucinaron con que yo estuviera tan contento con aquello, pero es que una tarde de verdad con la gente de allí es un lujo que no había tenido hasta ahora....



Tras 4 días en la ciudad, decidí seguir rumbo a Costa Rica, me queda mucha pena de no conocer más el pais, pero estas son las cosas de viajar, hay que ir decidiendo y no se puede ver todo. Otro sitio más al que tengo que volver!

miércoles, 16 de junio de 2010

Sin valor estadístico alguno...

5 meses recorriendo Latinoamérica, 9 países hasta ahora y muchas amistades, muchos compañeros ocasionales de viaje, alojamiento o rumbo, y muchas aventuras que contar.

Tras este tiempo, un dato resalta insistentemente sobre los demás; muy pocos españoles me he cruzado en el camino. El viaje de larga duración, itinerario incierto y pocas comodidades no parece ser de nuestro agrado. Un pequeño repaso a los mochileros que me encontré: Mayoritariamente ingleses, estadounidenses, franceses y canadienses. Mención aparte a los australianos, que viajan muy jóvenes y en pequeños grupos, casi como parte de su formación vital durante el periodo universitario, y a los israelíes, que viajan en ruidosas hordas tras cumplir con sus tres años de servicio militar obligatorio.

Menos numerosos, pero notables son los alemanes, irlandeses, holandeses, suizos… ¿En qué manera me he encontrado representación del sur de Europa? Ningún portugués, ningún griego, 4 italianos y 11 españoles. Es posible que existan patrones de conducta similares entre nosotros, los europeos del sol, el mar y la buena vida, pero no me atrevo a decir tanto.

De los 11 españoles, sólo con 7 tuve realmente un trato cercano y personal. Por cierto, menos dos, el resto estaban viajando mientras cobraban el paro en España (Habría que cribar un poco los datos de nuestra crisis). Descubrimos tener una cosa en común; todos son un poco bichos raros entre los suyos. Tuvieron que dar muchas explicaciones a sus familiares, amigos y compañeros de trabajo, que no acababan de entender esa “locura” suya de viajar. A simple vista podría decirse que nuestro entorno, nuestras costumbres y nuestro engranaje social no animan precisamente a la aventura. Sigo mirando alrededor, a la gente que conozco, que he encontrado a lo largo de mi vida, y el esquema se dibuja por si solo: los españoles sí que viajan, y más en los últimos años de bonanza y bienestar, eso sí, con los planes bien atados. Casi siempre destinos exóticos, paquetes cerrados; Vuelo, hotel, excursiones y pensión completa. Entregados al relax, el placer y la diversión, pero otorgando un estrechísimo margen a la aventura…

Rebusco entre mis amigos de aquí y de allá, y cada pequeño detalle encaja en el mismo todo; Los españoles solemos cambiar poco de trabajo, de ciudad y de estilo de vida. Tener una vivienda en propiedad sigue siendo un de nuestras prioridades, y la seguridad parece ser la piedra angular de todas nuestras decisiones vitales.

Muchas veces ha sido este el tema principal de las conversaciones entre nosotros, los españoles mochileros. Todos, no importa nuestra edad o estrato social, hemos escuchado las mismas advertencias y las mismas alabanzas; En nuestro entorno más cercano algunos nos recordaron la magnitud de nuestra inconsciencia y otros nos reconocieron su admiración, por llevar a cabo hazañas para las que ellos no tuvieron el valor necesario. Curioso esto, no creo sentirme ni un valiente ni un temerario, simplemente traté de hacer lo que en lo más profundo de mi ser quería: Viajar, vivir, no comprometerme con nada que no fuera otra persona, y andar siempre ligero de equipaje, no fuera que algún día quisiera salir corriendo de algún sitio.

No quiero mirar más atrás que los años que yo he vivido, pero seguro que algún sitio de nuestro pasado están las claves de nuestro presente. “Nuestros abuelos y algunos de nuestros padres sufrieron guerra y hambre, por eso somos más conservadores”, oí decir varias veces. Suena lógico, cierto, pero: ¿Y los ingleses? ¿Y los alemanes? También ellos lo sufrieron... Debe ser algo más complicado, así que mejor vuelvo a los hechos, que son menos enrevesados que los por qués, y al menos yo los veo con más claridad.

No puedo quitarme de la cabeza a Niek, holandés de 19 años con quien compartimos varios días en Perú y en Bolivia. Este es su segundo viaje de larga duración, y las dos veces lo ha hecho solo. Comenzó una carrera, a los cuatro meses decidió que no le gustaba y que estudiaría otra. El periodo intermedio de espera lo está dedicando a mejorar su español (su cuarto idioma) y a conocer Sudamérica. Mi disco duro se pone a trabajar, pienso en mí y en los míos, todos tuvimos 19 años, pero ninguno nos parecíamos a Niek. Nuestras inquietudes a esa edad eran mucho más tangibles, más superficiales, más inmediatas; fiesta, ropa, chicas, una moto… A esa edad hice mi primer viaje, Interrail por Europa, fue increíble, mi mejor experiencia hasta entonces, pero jamás dejó de ser un mero viaje.

De acuerdo, el caso de Niek, aún universitario, pudiera ser poco ilustrativo. Así que me centro en mi generación, en torno a los 30. Las coyunturas que han posibilitado estos viajes son diversas, pero unas se repiten sin duda más que otras; Año sabático, periodo de transición entre cambios de trabajo, empleos superflexibles que permiten ausentarse durante un tiempo a cambio de mantener cierto contacto vía internet… Todos los casos suenan cabales y razonables, pero difícilmente podrían encajar en la rocosa e intolerante realidad laboral española. Me dijo un día alguien que sabía lo que decía: “Si en tu CV escribes que te pasaste un año viajando por el mundo, en el Reino Unido te contratan, en España te desestiman por vago y vividor”.

Yo mismo, mientras escribo, ya sé que mi viaje aparecerá con orgullo en mi CV. Sé que tendré que defenderlo con uñas y dientes, pero estoy seguro de mis argumentos; Un viaje largo te curte, te enseña. Aprendes a desenvolverte, a administrar tu dinero y tus energías, a tomar decisiones, a adaptarte y ser flexible. Te mezcla con personas parecidas, diferentes y opuestas a ti, aprendes a hacer equipo y a respetar. Sin duda refuerza tus valores y mejora tus debilidades, te enseña que lo más importante que posees no cabe en ninguna mochila, y te demuestra más allá de cualquier duda que los tuyos están siempre contigo, estés donde estés. Viajar es descubrir, descubrir es aprender y aprender es vivir. ¿Puede haber algo malo en esto?
No pretendo cambiar nada ni iluminar a nadie. Tan sólo le digo a aquellos que sientan la llamada del cambio, de lo incierto y lo desconocido, que existen mil maneras de salirte con la tuya, y que el único miedo cierto, la única condena que se acaba cumpliendo, es no ser fiel a uno mismo, a lo que quiere y a lo que necesita.

Perdonen que me entrometa, Ioné.

lunes, 14 de junio de 2010

Cartagena de Indias y adiós a Colombia


La verdad es que no esperaba lo que me encontré. Cartagena De Indias es grande, bonita, está rodeada de mar y llena de luz. No pude dedicarle todo el tiempo que se merece, pero aún así dio para mucho. Allí me fui con un trío de israelíes divertidísimos, interesados especialmente en la vida nocturna colombiana y las palabras malsonantes en castellano.

Cartagena fue el puerto más importante de las colonias, por aquí entraron más españoles, más soldados y más curas que por ningún otro sitio, y por aquí salieron a la madre patria la mayor parte de las riquezas del nuevo mundo. Se mezclan en sus calles los restos de un pasado boyante, la decadencia de los barrios portuarios y el resurgir económico y turístico de una ciudad orgullosa que no quiere dejar de ser importante.




La ciudad se divide en dos sectores, el casco viejo y la zona nueva. La zona nueva, lo primero que se ve al llegar, es una especie de versión baja en calorías de Miami, enormes rascacielos tocando el mar, sorprendentemente blancos y ordenados, esto sí que no me lo esperaba. El casco viejo es colonial, rodeado por una enorme muralla que la protegía del mar y sus invasores y piratas. Las casas están muy bien conservadas, con muchas plazas y rinconcitos llenos de color. Hay terrazas y esculturas esparcidas por todas partes, puestos de artesanía, artistas callejeros y hasta nos cruzamos una manifestación de universitarios llamando Hijoputa al presidente (Eso se puede hacer? Ernesto, no metas al pobre Zapatero en esto…!).

Al atardecer no pudimos evitar caer en la tentación; limonada fresquita en el Café del Mar, oyendo Chill-out y viendo el Sol desaparecer en el caribe… Cosas de turistas también se pueden hacer de vez en cuando!







Hicimos una excursión en barco a Playa Blanca, pasamos por un par de islitas impresionantes, con mansiones de lujo y sus humildes embarcaderos, si alguien tiene unos milloncitos y no sabe qué hacer con ellos, vuelvo y pregunto precios. Más acorde a nuestro presupuesto, pescadito frito en la playa y luego bañito en el mar turquesa, no está mal como consuelo.... Podíamos quedarnos a dormir en la playa, pero ya no me quedaba tiempo en Colombia, una cosa más que tendré que hacer cuando vuelva! A la vuelta, me encontré por cuarta vez a lo largo de tres países a Javi y Yolanda, andaluces, que se volvían a España al día siguiente. Impresionante entrar a la bahía por la tarde; con la caída del sol el mar es más turquesa y los edificios más blancos, uno de esos momentos que quiero que se graben para siempre en mi retina.




Mi último día en Cartagena fue gris y tormentoso. En palabras robadas diré que Colombia me despidió llorona… Adiós mi Colombia, me falta mochila para llevarme todo lo que me has dado, me cambiaste para siempre, nos veremos muy pronto.

jueves, 10 de junio de 2010

Atrapado en Taganga...



¿Por dónde empiezo? Taganga no es el pueblo más bonito, ni tiene la playa más espectacular, pero algo pasó que nos atrapó y a todos se nos pasó por la cabeza en algún momento quedarnos allí para siempre…
Se me fueron los días sin darme ni cuenta. Cada día era muy parecido al anterior: playa, pescadito fresco, zumos de mango, ron colombiano y amigos, muchos amigos! En el Hostal Moramar, El “Mayor” y Neyda nos cuidaron como a sus hijos, y después de un par de días, todas las caras eran amigas y todas las noches había una excusa para celebrar algo… Perdí la cuenta de cuántas veces nos despedimos unos de otros, y a la mañana siguiente nadie había sido capaz de irse del pueblo! Compartí habitación con Pablo el chicaherro (Entre los dos resolvimos de una vez por todas el pleito insular), Eyal (de Isarel) Y Billy (de Filadelphia), no sé qué tendría este cuarteto, pero no dejaron de pasarnos cosas ni un solo día…





Nadando en la bahía acabamos subiendo al yate de Julio (Qué ídolo!), que nos refrescó con cervecitas heladas y nos invitó a volver después de una hora… Puntuales volvimos para descubrir una barbacoa en su punto y a la hija de Julio, que había llegado con sus 7 amigas (a cual más encantadora) a celebrar su graduación! Hermoso atardecer, bailando reaggeton en el barco, entre bandejitas de chorizos y morcillas, cervezas frescas y la mejor compañía! Que quede claro que caballeros somos y abandonamos el barco a una hora decente, y antes de abusar de la hospitalidad colombiana. Que lo bueno, si breve, dos veces bueno!!!
Otra noche, atraídos por los rumores de una fiesta ilegal en una playa cercana nos subimos a una barca a investigar la bahía en plena noche… No puede decirse que la fiesta fuese memorable, pero sólo el paseo nocturno esquivando a la policía, y las barcas llenas de locos sedientos de fiesta valieron la experiencia, aunque a partir de ahí decidimos frecuentar sólo locales con la documentación en regla!






La única vez que encontré fuerzas para abandonar Taganga fue para pasar dos días en el Parque Tayrona, impresionante reserva natural caribeña, con playas de ensueño encerradas entre bosques. Allí, a fuerza de machete comí deliciosos cocos recién caídos de las palmeras y dormí en una hamaca a 5 metros del mar. El parque es hermoso y tranquilo, y está muy cuidado y vigilado, hasta tres veces la policía me tomó los datos y me registró la mochila. Se acercan amablemente, te preguntan cómo lo estás pasando, de dónde vienes y si te gusta el parque… Con una sonrisa y casi disculpándose te pide que les enseñes qué traes. Es difícil tomárselo mal, esta gente no quiere que su tierra se convierta en el paraíso del narco-turismo, y eso me gusta, lo respeto profundamente...





De nuevo en Taganga, vuelta a la dulce rutina… En la playa enseñé a nadar a una niña de 5 años lindísima llamada Cameron Díaz (Sí , Sí, su apellido es Díaz y su nombre es Cameron!!), y en mi última tarde me encontré con Jordy y Vanessa, de Barcelona, les abrí las puertas de mi casa y les advertí de que este pueblo no te deja que te vayas… Tras varios intentos conseguí por fin encontrar las fuerzas para seguir adelante con el viaje, rumbo a Cartagena, no sin antes darle un enorme abrazo a Sebastián, el rey de la costa colombiana, que pronto realizará uno de sus sueños, ponerse un pañuelo rojo y correr delante de los toros en San Fermín, Buena suerte Parse!!!